Con mucha alegría compartimos el retorno del Bar de Freud. Una actividad que empezamos en el año 2016 y sostuvimos hasta el 2018, en 8 ediciones entre Montevideo y Maldonado. Las mismas fueron recorriendo distintos temas, con títulos tales como: Debate queer, Consumo, Violencia de Género, El Desamparo del exceso, Subjetividades on-line y Cuerpo.
Para quienes no conocen su modalidad de funcionamiento, se trata literalmente de un encuentro en un Bar, que busca recuperar el antiguo ánimo de la tertulia y la discusión entre los asistentes. Dado un tema propuesto, la dinámica no incluye presentaciones ni expositores, sino que el intercambio tiene lugar desde ciertos disparadores textuales o audiovisuales, a partir de los cuales el uso de la palabra va circulando en forma más o menos espontánea y horizontal. La actividad es abierta porque el Bar es abierto al público en general (y de hecho muchas de las intervenciones de mayor riqueza han surgido de estos asistentes azarosos) y porque incluye no sólo perspectivas psicoanalíticas, sino también poéticas, literarias, pictóricas, musicales, cinematográficas, teatrales, científicas, entre tantas otras. También es abierta porque ha intentado salir de las zonas conocidas, moverse por la ciudad o incluso por fuera de ella.
En esta oportunidad el Bar continúa el tema del primer ciclo de nuestras “Derivas Científicas”, los sueños. Lo hemos llamado: “¿Qué tiempo para soñar?” porque, como su nombre lo indica, nos mueve el interrogante acerca del espacio y el tiempo, real y psíquico, con el que se encuentran las subjetividades contemporáneas para soñar. Defender la posibilidad de soñar, devolver al soñante lo que le han arrebatado (como planteaba la Prof. Dra. Andrea Bielli en una de nuestras Derivas) es prácticamente un acto de subversión que apela a la resistencia de lo más propio de lo humano. A lo que está en íntima relación con la experiencia de lo inasible, lo inacabado y fallante, pero también de lo creativo, lo disruptivo y novedoso, en permeabilidad con el deseo inconsciente. Soñar no es una actividad únicamente del dormir. Soñar los pensamientos, como retomamos de Bion, es una apuesta al crecimiento mental y afectivo.
Retomando intercambios que se han dado en nuestra Comisión citamos a J. L. Borges que escribe: “Si el sueño fuera (como dicen) una tregua, un puro reposo de la mente, ¿por qué, si te despiertan bruscamente, sientes que te han robado una fortuna?”. Hay un punto de fascinación y enigma que pone en escena el sueño y que resiste toda interpretación. Es cierto que Sigmund Freud, tal como lo desarrolla Pontalis, no sólo ignora esa fascinación, sino que justamente la rechaza, a los efectos de manejar el sueño como “un jeroglífico, una escritura en imágenes” a descifrar. Sin embargo, aún si acordamos que el sueño es un pensamiento, el mismo autor agrega: “es un pensamiento que no sabe que piensa…” y en esa ignorancia, en la otredad de esa zona oscura y mágica, se juega y retorna, una y otra vez, lo intraducible, lo indescifrable, la fascinación.
La cita para el Bar será en Colonia del Sacramento, el viernes 26 de mayo. Nos conduce el espíritu nómade, la necesidad de ampliar los horizontes y el movimiento de las derivas. Los convocamos a seguir transitando juntos estos recorridos.