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Sueños, nanas y arrullos

Ma. Cecilia Rodríguez da Silveira
Psicoanalista. Asociación Psicoanalítica del Uruguay  (A.P.U.)
Magister em Literatura Infantil y Juvenil
Universidad Autónoma de Barcelona (U.A.B.)

Acompañar el sueño de bebes y niños pequeños con nanas y canciones de cuna forma una envoltura que transporta el afecto en un momento tan significativo, como lo es la hora de ir a dormir. Implica un baño de palabras cargado de sonoridad y placer que nutre el vínculo entre bebes, niños, madres, padres y otras personas que arrullan y cuidan. Se vuelve ocasión de encuentro, que reedita huellas sensibles y actualiza la necesidad de amor inscripta, también, en la historia de los adultos que crían.

“A levantarse
Dijo la rana
Mientras espiaba
Por la ventana


Upa dijeron
Cuatro ratones
Y se quitaron
Los camisones
Tira con tirita,
Y ojal con botón…”

Ma. Elena Walsh (2008: p.10)

El tránsito de la vigilia al sueño (y viceversa) convoca registros sensibles que conectan rastros del niño que cada adulto lleva en sí, emergiendo a los pies de la cama en el encuentro o el desencuentro.  Los momentos de transición dan lugar a la ensoñación o al desvelo. Muchas veces, constituyen desafíos no exentos de dificultades, especialmente cuando vivencias inquietantes, el cansancio o las preocupaciones de la vida adulta ponen a prueba la tolerancia. 

La noche es
Un animal oscuro
Que llega cada día
a la hora del sueño.
Algunos niños temen
Su color profundo
Y dejan
Una lucecita
Para tenerlo a raya.
Yo en cambio
Me acurruco
Entre sus blandas patas
Que me protegen
Del resplandor del mundo” 

Cecilia Pisos (2017)

Marina Altmann (1998) plantea la importancia del lazo que vincula la temática que despliega la canción de cuna con la historia personal de quien canta, inscribiendo al bebe o niño pequeño en un entorno:

“La canción de cuna transmite un mensaje que combina lo personal y familiar con la expresión cultural del grupo de pertenencia…”. Introduce “un idioma que se sitúa en alguna parte entre el farfulleo del bebé y el lenguaje abstracto… envuelve a su bebé con su tono de voz y le susurra una historia familiar, cultural, sus valores, ideales y representaciones” (p.53). 

La canción de cuna involucra aspectos que hacen al ritmo que acompasa lo verbal con lo corporal, las palabras y su significado y una cumple una función importante en relación a la envoltura y a la separación que implica la noche, pudiendo estar destinada al bebe o a ella misma.

Un baño sonoro de palabras acompaña y contribuye a la regulación de los estímulos y la excitación necesaria para alcanzar la posibilidad de dormir. 

Arrorró mi niño, arrorró mi sol, duérmase pedazo de mi corazón.
Abuela Santa Ana, por qué llora el nene, por una manzana que se le ha perdido.
Este niño lindo que nació de noche quiere que lo lleven a pasear en coche.

Levántate Juana y prendé la vela y mirá quien anda por las escaleras.

Ya viene la luna, ya viene el lucero, hacerte almohadita de albahaca y romero.
Pajarito que cantas en la laguna, no despiertes al niño que está en la cuna.
La señora luna le pidió al naranjo un vestido verde y un velillo blanco”

 A. M. Bavosi (2016)

La noche y el sueño nos convocan a abandonar el mundo conocido de la vigilia y el control para aproximarnos a lo enigmático, al reino inseguro de nuestras fantasías inconscientes, mundo interno mayoritariamente desconocido por nosotros mismos. “Monstruos y ladrones”, múltiples peligros atribuidos a la realidad exterior suelen ser los depositarios del insomnio. Pero no son los únicos que acechan los sueños. Nuestras vivencias, fantasías y conflictos internos emergen en ocasión de la noche y el dormir. Estar despierto mantiene bajo control ese mundo interno de fantasías que pugna por salir a la luz en la oscuridad de la noche.

La noche contiene variados contenidos simbólicos.  Se la asocia, entre múltiples sentidos, con el disfrute, la creación, la sexualidad y, a veces, los excesos, los temores y hasta la locura. De ahí su tenor, en ocasiones, atemorizante.

En tanto reflejo del día, puede ser oportunidad de descanso o desvelo. En este sentido Pontalis (2005) refiere al sufrimiento de los insomnes:

“Cuánto sufro con los insomnes, tanto los de la noche como los del día. Pues existen insomnes del día, atados exclusivamente a su agenda, incapaces de soñar y a quienes enloquece todo aquello que no saben dominar. En cuanto a los insomnes de la noche, carcomidos por sus preocupaciones –y todo se les convierte en preocupación- se creen lúcidos, convencidos de ver la realidad tal como es, desprovista de sentido, mala, mortal, mientras que desconocen… que la realidad, al igual que el amor, hay que inventarla y que cada uno está dotado de ese poder, excepto, sin duda, los insomnes” (p.23).

Envoltura afectiva, nanas y arrullos cuidan al sueño del insomnio y sustentan la capacidad de soñar.

“Cuando voy a dormir
Cierro los ojos y sueño
Con el olor de un país
Florecido para mi”

María Elena Walsh (2008:167)

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Referências bibliográficas

Altmann M. (1998) El valor de la canción de cuna: entre la organización psicosomática de la madre y la del bebé (primera comunicación). En Juegos de amor y magia entre la madre y su bebé, Montevideo: Trilce

Bavosi A.M. (2016) Entramado de versos y palabras provenientes de la tradición oral En Bañar con palabras, presentado En Día del bebé, 6 º Jornadas en el marco del Día del Bebé, organizada por APPIA en su Cincuentenario (inédito).

Pisos C. (2017) Esto que brilla en el aire. México: Fondo de Cultura Económica.

Pontalis, J.B. (2005) Ventanas. Bs. As.: Topía.

Walsh, M.E. (2008) Canciones para mirar. Bs. As: Alfaguara